Salud mental: la discapacidad forma parte de todos
Ninguna característica del bienestar físico, mental y social, puede ser considerada por sí sola como evidencia de buena salud.
Todos ansiamos gozar de buena salud, aunque rara vez consideramos a la salud mental como algo relacionado a nuestra vida cotidiana. Esa paz o tranquilidad mental a la que nos referimos es el equilibrio de tres pilares: cómo una persona se siente consigo misma, cómo se siente respecto a los demás (individuo-medio) y cómo el mismo individuo se enfrenta a las exigencias de su vida.
Hay muchos grados de salud mental y, al igual que la salud per se, no hay aspecto que por sí solo determine su buen estado; como tampoco la falta de un aspecto podrá ser prueba suficiente para hablar de enfermedad mental.
Si consideramos que nuestra vida cotidiana no es siempre la misma y en consecuencia, los tres pilares del aquel equilibrio no están sostenidos en el tiempo de la misma manera, sabremos que es imposible que una persona cuente con buena salud mental de forma permanente.
Entonces, ¿podemos decir que somos todos discapacitados? Antes de contestar, debemos diferenciar entre deficiencia y discapacidad: La deficiencia es toda pérdida o anormalidad de una estructura o función psicológica, fisiológica o anatómica. La discapacidad es la consecuencia que aquella deficiencia tiene sobre las actividades físicas, intelectuales, afectivo-emocionales y sociales. Tomando como referente en el tema a la Lic. Alicia Fainblum, y reconsiderando la pregunta, deberíamos hablar de sujetos con una discapacidad y no de un sujeto (todo él) discapacitado.
Entonces, ¿podemos decir que somos todos sujetos con discapacidad?
