El acompañante terapéutico es un agente de salud mental, idóneo para trabajar con personas con problemas o dolencias psíquicas. El acompañante terapéutico tiene como función escuchar a la persona, contenerla, detectar dificultades y fortalezas para poder trabajar, tender puentes entre el paciente y la sociedad, su familia, sus vínculos, para así poder lograr una mejoría en su calidad de vida.

Con un vínculo respetuoso, cálido, basado en la aceptación y en la escucha empática, pone a disposición del otro su conocimiento, para aliviar sus dolores y malestares, destacando sus recursos personales, y así lograr juntos un mayor bienestar.
El acompañante forma parte de un equipo, con profesionales que supervisan y coordinan su trabajo, a la vez que se conectan y comunican con el resto de los profesionales que trabajan con el paciente.
El acompañamiento terapéutico es un recurso clínico fundamental a la hora de trabajar con personas cuyo sufrimiento psíquico les impide desenvolverse en su vida de manera saludable, siendo el acompañante el “entre” la persona y el mundo, potenciando el desarrollo de recursos, siempre teniendo en cuenta las posibilidades de cada persona, para lograr una mejor calidad de vida.
El origen del Acompañamiento Terapéutico nos remonta a la década del 60 en nuestro país.
Surge en el campo de la salud mental, en un contexto de búsqueda de nuevas herramientas terapéuticas para abordar patologías denominadas graves (psicosis, adicciones, entre otras). Estas patologías eran tratadas principalmente por psiquiatras, siguiendo el método clásico de internación y aislamiento de la persona considerada enferma. En una época de cambios de paradigmas e incorporación de nuevas miradas en la salud mental (psicología social, terapia sistémica, psicodrama) surge la idea de “amigo calificado”, que luego se cambiará por “acompañante terapéutico”. El rol del A.T. encuentra su origen en una concepción opuesta a la psiquiatría clásica, es decir, en vez del encierro y la marginación, buscar el diálogo y la socialización. El A.T. es un dispositivo que se adapta a la singularidad de cada caso, de cada paciente, pensando siempre una estrategia terapéutica adecuada a la necesidad de ese momento.
Lo que hace el A.T. es insertarse en la cotidianidad del paciente, como ningún otro profesional lo hace.